miércoles, 12 de junio de 2013

SUPERAR EL MIEDO ESCÉNICO



Como en casi todas las cosas, hay una cifra por ahí que nos dice que 3 de cada 4 personas tendremos que hablar en público alguna vez en la vida. La mayoría de los que estáis leyendo esto seguro que ya habéis experimentado lo que es hablar o actuar en público. Sin duda es un momento bastante delicado, donde distintas sensaciones nos van asaltando sin control: sudoración, temblor de voz, vértigo, taquicardias, sequedad bucal, nudo en el estómago, etc.

Si alguna vez has sentido algo de esto, aquí van doce consejos para que no te pase y salgas seguro y con éxito en tu intervención:

1. Estar bien preparados.

Si, ya sé que parece una obviedad, pero a veces se nos olvida lo más básico. Por eso, cuanto más trabajemos lo que vamos a decir, mejor. No escatimes esfuerzos ni tiempo en prepararte muy bien tu participación, supondrá una inyección de seguridad importantísima.

2. No improvisar.

Al hilo de lo anterior, improvisación CERO. Cuando vemos actuaciones o discursos donde parece que en un momento determinado el orador trae un chiste o una anécdota por algo que ha dicho, no te lo creas: lo tenía preparado. Sólo con muchas horas de tablas podrás improvisar algo. Pero créeme, los grandes NO improvisan, trabajan mucho el punto 1.

3. Conocer donde vamos a intervenir.

Una de las cosas que al ser humano le proporciona mayor tranquilidad y seguridad es haber estado allí antes. La primera vez que fuimos a clase en la universidad o a nuestro trabajo, íbamos con mucha desconfianza, observas todo, no sabes muy bien donde ponerte. Pasados unos días, el mismo escenario (clase, trabajo, etc.) se convierte en algo que forma parte de nosotros. Y entramos con confianza, con convicción. Por lo tanto, si tienes la oportunidad de conocer físicamente el lugar donde vas a intervenir mejor. Si no puedes ir, internet te ayudará.

4. Relajación.

Esto es muy personal. Cada uno tiene que hallar lo que le relaja antes de realizar algo. Así, algunos lo conseguirán caminando un rato. Otros, hablando con alguien o “whatsappeando”. También bebiendo un Gin (he dicho UNO) o dando dos gritos en privado. Lo que sea que nos relaje estará bien. Busca lo que te relaja a ti.

5. Mensajes positivos.

Aquí es fundamental hablarnos y querernos mucho. Ten en cuenta que todo lo que nos decimos nuestro cuerpo, que es muy sabio, toma nota. Y si las frases no son bonitas, nuestro estado de ánimo no será el más óptimo para intervenir. Por el contrario, cuanta más fuerza y positividad imprimamos a nuestro mensaje interno, con más ganas y confiados saldremos.

6. Respiración.

Todos sabemos lo importante que resulta una respiración calmada. Cuando uno se encuentra nervioso, automáticamente se acelera nuestro ritmo cardiaco y entramos en bucle: nervios-corazón acelerado-más nervios-más rápido late el corazón…Por lo tanto, una buena forma de salir de esa encrucijada es controlando la respiración. Centrarnos en inhalar y exhalar con calma, sintiendo como entra y sale el aire de nuestro cuerpo. Si te hallas muy muy nervioso, te recomiendo realizar cuatro respiraciones cortas y una larga en una serie de cinco repeticiones. Es decir, veinte en total. Notarás una relajación inmediata.

7. Focalizar una cara.

Uno de los males más comunes al hablar en público es sentir un vértigo al mirar a las personas que nos están escuchando. En vez de personas o caras, se suele observar una masa que nos produce una sensación de mareo. Si te ocurre, lo que debes realizar es una fijación visual sobre una persona, recreándote en todos los detalles de su cara: pelo, ojos, gafas, boca, etc. Una vez que has fijado un rostro, donde antes había una masa desaparece y podrás distinguir al público perfectamente.

8. Plan B.

Aunque hagamos todo muy bien, siempre puede surgir un imprevisto. Por eso, es recomendable que tengas un plan B. ¿Y que ponemos aquí? Algo con lo que nos sintamos cómodos. Tal vez unas cuantas frases que hemos desarrollado en foros más reducidos o algunas anécdotas que se las hemos contado a nuestros amigos. Esto nos ayudará a salir del paso y ganar tiempo hasta reconducir nuestra intervención.

9. Amuleto

Aunque no seas creyente o supersticioso, casi todo el mundo tiene algo que le trae “suerte”. Unos zapatos, unos pantalones, una pulsera o un objeto que nos regalaron unos amigos cuando estuvieron de viaje por la India. Pues bien, esto no es que nos dé “suerte”, simplemente nos hace ganar confianza y nos ayudará a vencer la inseguridad.

10. Visualización de nosotros realizando la intervención.

Siéntate en un lugar tranquilo durante 15 o 20 minutos. Cierra los ojos y respira sintiendo como entra y sale el aire de nuestro cuerpo. Comienza a imaginarte hablando en público. Fíjate en todos los detalles: la ropa que llevas, si tienes calor o frio, las personas que nos observan, qué estás diciendo y cómo lo expresas, a que te huele, etc. Es muy importante recrearte en la escena, no dejes nada pasar por alto. Y como eres tú quien se encuentra imaginando, no tengo que decir que estás bordando la intervención.

11. Personaje que admiremos.

Seguro que tienes un político, un periodista, un jefe o un amigo que cuando habla en público nos resulta embaucador escucharle. Intenta estudiar a ésta persona: movimientos, entonación, manera de mirar a los demás, etc. Después, como un juego, trata de imitarlo, de meterte en sus zapatos y realizar una intervención como si fueras la persona que admiramos.

12. Mini lista de éxitos.

Aunque no nos lo creamos, estoy convencido que has tenido que intervenir alguna en público y has salido bastaste bien. Debes recordar y anotar las tres ocasiones que has intervenido y has logrado un buen resultado. No es necesario que fueran ante auditóriums grandes, ni exposición larga; basta con que para ti resultarán importantes, te causaran miedo al pensar en ellas y después consiguieras lo que deseabas. Cuando lo tengas escrito, recréate en esos tres momentos de tu vida que produjeron una satisfacción personal importante.

  

Si realizas todos los pasos conseguirás rebajar considerablemente el miedo o el gusanillo que todos notamos en el estomago antes de una intervención. No te sientas un bicho raro. Todo el mundo, por muchas tablas y experiencia que tengan, sienten ciertos nervios antes de hablar. Lo importante es canalizarlo en algo positivo para que nos mantenga activados y con la docena de consejos que acabamos de ver, créeme que lo lograras."

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Pueblo Potiomkin

Os dejo una entrada que hace referencia a Tres Cantos, una población cercana a Madrid, aunque bien podría aplicarse a muchas ciudades de nuestro entorno. Espero que os guste:

Corría el año 1787 cuando Grigori Potiomkin, estadista, militar y político ruso, confeccionó uno de los mayores engaños de la historia. Recién conquistada Crimea,  Potiomkin comenzó a presumir de la transformación  tan grande que había realizado en la pobre y decadente Crimea. Todo falso, ya que era sólo para generar la envidia de sus enemigos. Pero fueron tan grandes sus palabras (hoy lo llamaríamos campaña de comunicación) que los ecos del magnífico cambio llegaron a oídos de la zarina Catalina II de Rusia, quien había conocido aquellas desoladas tierras años atrás. Entusiasmada con la noticia, anunció un periplo por Crimea para comprobar el maravilloso trabajo realizado por Potiomkin. Ante la llegada inminente de la zarina, Potiomkin ideo un plan para que todo saliera perfecto y Catalina II no se diera cuenta de nada.
A lo largo de la ruta por donde debía pasar el cortejo, mando construir pueblos idílicos enteros. Catalina lloraba de emoción al ver los logros conseguidos. Todo era una ilusión. De las casas, sólo había sido pintada la pared que daba hacia el camino por donde pasaría la Zarina. Como los decorados de cine. Los viejos y enfermos habían sido encerrados lejos de los pueblos. Árboles y arbustos de papel tapaban cualquier defecto de la arquitectura local. Se prohibió a todos los residentes mendigar a la Zarina y maestros de actuación les enseñaron a expresar felicidad con sonrisas. Todo el mundo debía estar feliz.
Así,  se define como Pueblos Potiomkin cuando se quiere describir una cosa muy bien presentada para disimular su desastroso estado real.
Pues bien, ¿podemos aseverar que Tres Cantos es un pueblo Potiomkin? Imaginemos por un momento que vamos en la carroza de Catalina II y nos disponemos a realizar un viaje por nuestra ciudad:
Comenzamos por la nueva zona, parcelada impecable y con árboles y mobiliario urbano en su sitio. Edificios enormes para jóvenes, y no tan jóvenes, construidos con la ayuda del consistorio para dar acceso a una vivienda digna a los que menos posibilidades tienen. Como la zarina, me emociona ver la ciudad que se está levantando. Pero la realidad nos saca de nuestro éxtasis. Viviendas deshabitadas y nadie dispuesto a vivir en ellas, ya que el alcalde decidió, una vez que cientos de jóvenes tragaron el anzuelo, subir indiscriminadamente los precios de las casas y reducir los metros de las mismas. Además, promociones como las 600 viviendas sin poderse entregar por la incompetencia del equipo de gobierno. Es decir, cartón piedra ante nuestros ojos.
Continuamos nuestro recorrido por las arterias principales. Avenida de Viñuelas,  de Colmenar, de los Encuartes, del Parque, etc. Todas limpias, esplendorosas. ¡Qué bonita está! Pero mejor, no salirse de las avenidas y penetrar en los sectores, porque nos hallamos con la realidad. Aceras rotas, jardines abandonados, mobiliario viejo y roto, etc. Ni un euro de inversión para rehabilitar y adecentar esas zonas oscuras que no se ven, que se esconden detrás de las calles principales y que sólo conocen sus vecinos. De nuevo, cartón piedra ante nuestros ojos.
Ahora nuestro periplo nos lleva a las magníficas instalaciones deportivas. Un complejo polideportivo con una excelente pista de atletismo, una piscina cubierta en el sector islas gestionada con la profesionalidad y la eficacia de  empresas privadas, etc. Pero qué nos encontramos detrás. Un presupuesto que triplicó el inicial para la construcción de la pista de atletismo y la cual se encuentra infrautilizada y con necesidad de remiendos sin haber sido casi utilizada. Y de la piscina de islas qué decir, además de la medalla a la chapuza y la desvergüenza que deberían colgarse el alcalde y el concejal del área, ya que la adjudicación que realizaron a una empresa privada para su explotación nos ha costado cientos de miles de euros al bolsillo de todos nosotros, después de que salieran corriendo y sin pagar luz, agua ni canon. Otra vez cartón piedra ante nuestros ojos.
Al igual que Potiomkin, nuestro omnipresente Alcalde está realizando una verdadera campaña de comunicación, orquestada desde el ayuntamiento y pagada por todos los tricantinos, para exaltar su persona, vender las bonanzas de la ciudad y ocultar descaradamente los verdaderos problemas de Tres Cantos.


lunes, 5 de marzo de 2012

El Planeta de los Políticos

Metroscopia: el 70% ciudadanos sienten poca/ninguna confianza en Rajoy y Rubalcaba. El 50% desaprueba la gestión de ambos. (http://politica.elpais.com/politica/2012/03/03/actualidad/1330781300_326871.html)
Resulta preocupante que con apenas dos meses desde que se iniciara la nueva legislatura, los resultados para gobierno y oposición sean pésimos. Sin duda, algo no marcha bien.
Posiblemente contribuya a estos resultados los continuos actos  exhibicionistas que nos ofrecen los partidos políticos en congresos, convenciones, campañas, congresillos, precampañas, comités, maitines, etc.
En todos ellos, se muestran como auténticos robots. Son dueños de la verdad absoluta y transmiten sus gotas de sabiduría universal al resto del mundo. Nos dejan ver la llave que encierra el secreto para la solución de TODOS los problemas del país. Sólo nos dejan verla, jamás la muestran. Son máquinas perfectas de soltar eslóganes y frases hechas, llenas de lugares comunes y sin un ápice de emoción real ni un atisbo de empatía con los ciudadanos. Sólo llegan a sus acólitos más fieles.
Creo que existen magníficos políticos en nuestro país, con una vocación encomiable de servidores públicos. Con una capacidad extraordinaria de humanizar al político, de reconocer errores y sentir, de verdad, lo que dicen. De mantener una línea coherente de ideas, palabras y hechos. De asumir responsabilidades ante la ciudadanía.  Pero para ello, es preciso un cambio de paradigma en la mente de los propios políticos. Digo propios, porque en el político como persona, como ser individual, se halla la esperanza de cambio, por encima de las organizaciones.
Los políticos necesitan bajar a la tierra, porque si piensan que están en ella, sólo tienen que echar un vistazo a lo que los estudios demoscópicos vienen arrojando desde hace varios años: que viven en su propio planeta.

lunes, 27 de febrero de 2012

El anciano y la cuchara

Hoy quiero compartir con vosotros este cuento, cortesía de mi amiga Pilar (www.itacaconcept.com.) Gracias!

Una gran montaña cubría con su sombra una pequeña aldea. Por la falta de los rayos del Sol los niños crecían con raquitismo y apenas podían llegar a la edad adulta. Un buen día, los aldeanos vieron al más anciano de ellos dirigirse hacia los límites del pueblo, camino de la montaña, llevando una cuchara de loza en las manos.
-¿A dónde vas?-le preguntaron.
-Voy a la montaña- contesto en anciano con voz cansada.
-¿Para qué? –le replicaron.
-Para desplazarla-respondió el anciano.
-¿Con qué? ¿Con esa cuchara? – preguntaron entre mofas.
-Pues sí, con ésta cuchara de loza-replicó con tranquilidad.
Ya más serios le espetaron:
-¡Estás Loco! ¡Jamás lo conseguirás!
A lo que el anciano con parsimonia contesto:
-No estoy loco, sé que nunca lo conseguiré, pero alguien tiene que comenzar.


¿Y a ti? ¿Qué te gustaría cambiar? ¿Por qué no empiezas hoy?¿Cuál es tu “cuchara”?

viernes, 24 de febrero de 2012

5 cualidades que todo político debería poseer

De todas las cualidades que podríamos esperar de un político, existen 5 que considero imprescindibles para lograr desempeñar sus funciones correctamente. No importa el nivel de responsabilidad que se tenga ni las tareas orgánicas (dentro del partido) o institucionales (cargo público) que se desarrollen. Son cualidades que consiguen conectar al político con su electorado, con su equipo de colaboradores y con él mismo.


Además, todas ellas, si no se poseen, es factible adquirirlas a través del trabajo individual constante o con el acompañamiento de un Coach, que logrará potenciar aquellas que ya tiene y conseguirá que afloren las menos visibles o desconocidas.


Las 5 cualidades son las siguientes:


•  Autocontrol: Para manejar conscientemente nuestras emociones.
•  Asertividad: Nos ayudará a comunicar con eficacia sin dañar a nuestros interlocutores.
•  Empatía: Conseguiremos reflexionar sobra las emociones de los demás.
•  Motivación: Lograremos fomentar la autoestima de las personas que nos rodean o a las  que nos dirigimos.
•  Resiliencia: Nos ayudará a superar situaciones críticas saliendo fortalecido de ellas.


En los próximos días las iré desgranando, profundizando en cada una de ellas y explicando cómo podemos adquirirlas.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Somos libres en todo aquello que no interesa al poder

La realidad no es la que creemos vivir. Las personas nos hallamos sometidas a un adormecimiento continuo, que nos produce una falsa sensación de felicidad.   Ese adormecimiento, o soma, lo inoculamos por la vista, el oído, el gusto, el olfato y el tacto; a través de espectáculos como el fútbol; o por medio de tapones que nos permiten no escuchar, y por lo tanto, hacer oídos sordos a lo que se discute en el Parlamento Europeo sobre la “legal” retención de ciudadanos no europeos que se encuentren en nuestro suelo de forma irregular; o con el mundo rosa, para el que se necesita un gran estomago para tragar todas las vísceras que nos muestran; o lo que nuestra nariz ingiere con las diversas corruptelas que nos llegan desde todos los ámbitos: políticos, empresariales o académicos; o cuando nuestras manos depositan su voto en la urna para elegir representantes de unas listas cerradas y bloqueadas. En definitiva, vivir, en apariencia, felices gracias a la somnolencia en la que se encuentran todos nuestros sentidos.
El estado en el que nos hallamos no es espontáneo, ni fruto del azar. Todo lo contrario, es una maniobra muy bien orquestada por la clase dominante: político-académico-mediático-religioso-empresarial. Esta clase social o casta, son los amos y señores de todos nosotros. Nos proporcionan soma suficiente para mantenernos narcotizados con sus efectos durante el tiempo que ellos quieren. Ostentan el poder sin límites, sin control alguno. Quien desee formar parte de esta clase debe mostrar servilismo y acatamiento a las reglas del juego marcadas. Sólo acceden a ella los seguidores inquebrantables de su dogma. Cada clase actúa dentro de su demarcación con total impunidad y bajo el control de ellos mismos. Y todo, ante la somnolienta sociedad civil que acata y no protesta: es feliz, bueno, eso cree.
La clase política, entre otras muchas acciones que comete, se encuentran las de los gastos sin justificar en el Parlamento Europeo o que en siete años los parlamentarios españoles logren el máximo de la pensión de jubilación mientras que al resto nos cuesta treinta y cinco; en el mundo académico, donde debería primar la inteligencia y el conocimiento, se realiza una selección negativa de la especie para que la mediocridad se imponga; en el universo mediático nos muestra lo que son: altavoces de sus señores, los partidos políticos; en la empresa, bajo la denominada agenda de contactos nos salpica todo un entramado de tráfico de influencias con los puentes bien cimentados y tendidos entre administración pública y sector privado difícil de distinguir; y por último las organizaciones religiosas, que actúan sectaria y concupiscentemente  con el resto de las castas.

Como diría Cicerón: “¡Quousque tandem abutere...!”

lunes, 28 de noviembre de 2011

Sistema Político


Me parece una reflexión más que interesante realizada por el profesor Suñé.

“… en España, el sistema electoral de listas cerradas y bloqueadas ha oligarquizado la mayor parte del sistema político, si bien conserva  elementos democráticos que, dadas las características del sistema, no pueden ser sino radicalmente demagógicos. Los parlamentarios, en un contexto en el que las listas vienen prefabricadas desde las cúpulas de los partidos, no representan a nadie más que a la oligarquía que los designa. El pueblo, presionado por todos los artilugios demagógicos imaginables y hasta inimaginables —de los que por supuesto forma parte la compra de votos a cargo del erario público, bajo la benefactora apariencia de medidas sociales—, se limita, en un sistema de estas características, a escoger oligarquía.
¿Cómo se mantiene semejante fraude? La respuesta es muy sencilla, con dinero, en su mayor parte obtenido coactivamente a través del sistema fiscal. Los ciudadanos estamos expropiados de cualquier poder de decisión efectivo; pero la clase media, es decir, la clase que paga impuestos, se ve obligada a financiar, a través del sistema fiscal, los desmanes de las oligarquías de los partidos, a través de la ampliamente mayoritaria financiación pública de los mismos —de los asentados, se entiende—, lo que constituye una barrera disuasoria para cualquier nueva opción política, incluida la remota posibilidad de que surgiera alguna con auténticas ansias regeneradoras. Es decir, que el supuesto mercado electoral es un oligopolio donde no existe posibilidad alguna de defensa de la libre concurrencia. El círculo se cierra con otras financiaciones coactivas, como las de los militantes de los partidos con cargo, que deben dar parte de su sueldo al partido; es decir, más dinero, que en última instancia sale del erario público; pero con la nefasta pedagogía para los cargos públicos de tener un origen viciado e irregular.
La otra parte de la financiación de los partidos políticos viene de la plutocracia que gobierna en última instancia el país, que en la España de hoy está significativamente vinculada al sector financiero y al de la construcción. Si a eso le sumamos el dinero público que se emplea en propaganda —televisiones públicas—, o en la aludida compra de votos a través de supuestas medidas benefactoras, el círculo de la oligarquización del poder en la forma mixta de desgobierno —cuando no pura y simple demagogia—, continúa cerrándose en España…”